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"Ganancias acaparadas por el comercio de la intermediación, mientras los niños prostituidos apenas reciben las migajas, considerados como materia prima de bajo costo cuyo tráfico genera enormes plusvalías. Su destino lo determina una despiadada ley de oferta y demanda: se incrementa de modo constante la demanda del llamado turismo sexual, que solicita experiencias exótica en forma de prácticas prohibidas, mientras se agranda de modo imparable la miseria que constituye el caldo de cultivo de la oferta de criaturas para explosión carnal, gestionada por los traficantes de seres humanos".
Así resume Vicente Romero, escritor del libro, la situación que se vive en tantos países que ha visitado para llevar a cabo sus reportajes.
Según UNICEF, el tráfico de niños afecta cada año a 1.200.000 menores. Esta práctica es un negocio en alza para las bandas de delincuentes que reporta al año unos 8.500 millones de euros de beneficios.
Ayer, en Antena 3, hicieron una película sobre el tráfico sexual. Me quedé impresionada con la insensibilidad de algunos y la ingenuidad e inocencia de otras. Unas eran enamoradas por hombres que finalmente las vendían como objetos sexuales, otras, engañadas por agencias de modelos con promesas falsas sobre una carrera internacional, y las que corrían peor suerte, no superaban los 12 años y eran vendidas por sus propias familias o , incluso secuestradas.
La pena de muerte es ilegal e inmoral, pero a estos individuos habría que encerrarlos y hacerles sufrir lentamente hasta que experimenten las humillaciones y las vejaciones que sufren estas criaturas en la mitad del mundo.