06 noviembre, 2006

GLAMOUR

Mientras la guerra asola la cuidad, los jóvenes se divierten. En el Líbano, las bombas no pueden callar las ganas de vivir. Así comienza un reportaje publicado por esta revista. Desde mi punto de vista, espeluznante. Ponerte en la piel de las personas que viven una guerra debe ser triste, sobre todo de aquellas que conviven con ella día sí, día no.
Me paro a pensar como vivirán esas personas la vida, que concepto tendrán de la existencia, de las personas, con que intensidad harán sus cosas porque saben que de un día para otro todo puede cambiar. Debe ser horrible vivir una guerra, escuchar las bombas día tras día, con la incertidumbre de quien puede haber muerto...
No se, yo creo que las personas que sobreviven a una guerra merecen ser admiradas por saber aceptar los cambios que vienen después, y sobre todo, por seguir con su vida. Desde aquí, desde lo poquito que yo puedo hacer, me siento con la obligación de pararme a pensar en lo que tengo y valorarlo más, porque de repente un día quizá ya no esté, quizá haya cambiado...

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